Homeland (I)

El gato y el ratón

Homeland ha sido (con permiso de Black Mirror, que no puede ni debe considerarse una serie al uso) la serie revelación de la temporada. Está orquestada por las mentes pensantes de la 24 (2001) de Jack Bauer, y nos cuenta la historia de un prisionero de guerra (Damian Lewis, visto y reverenciado en Hermanos de sangre, 2001) que vuelve a casa tras ocho años de cautiverio en Irak convertido en héroe, y la de una agente de la CIA (Claire Danes) que no lo ve como tal y sospecha que quizá se haya pasado al bando contrario.

No me sorprende comprobar que la serie israelí en que se basa ésta discurra por derroteros ligeramente diferentes: mientras que esta adaptación americana se mueve más en el terreno conspiratorio y artificiero, la serie madre se centra mayoritariamente en el drama personal al que se enfrentan estos soldados, cautivos durante años de un enemigo al que no entienden, héroes por obligación en su prorrogado retorno a un hogar que ahora es extraño.

Sería no obstante injusto vilipendiar la propuesta de los creadores de los días con más trances y fatalidades en la vida de un mortal, pues si bien Homeland comparte con 24 ciertos códigos de acción frenética, es una oferta un tanto más pausada, que se detiene a observar a los personajes, y a dejar que estos, con su buen hacer, nos hagan partícipes de las intrigas secretas y demás maquinaciones. La serie alcanza de hecho sus mejores momentos cuando entiende la calma como anticipo ineludible de la tempestad.

El espectador que de una oportunidad a Homeland encontrará en ella un retrato certero e implacable de la América post 11 de septiembre, de una sociedad que mandó al frente a sus hombres para combatir el eje del mal y de un pueblo que de la noche a la mañana se vio invadido por fuerzas ajenas y coloniales. Este es el contexto, el marco donde se desarrolla el verdadero duelo de púgiles, acertado él, memorable ella, una suerte de tira y afloja entre un gato y un ratón que se acercan demasiado.

Acabada la primera temporada, estamos de enhorabuena. La serie ha sabido jugar sus cartas con sana destreza, resolviendo satisfactoriamente el complejo entramado que presentaba en su potente premisa. No era tarea fácil, y menos lo será encarar una segunda temporada ya firmada. Confiemos en que sabrán llevar a buen (y cercano) puerto esta interesante narración.

Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar, si no te pilla esta noche, mañana te pillará.

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