Bored to death

Posaburrimiento

I cannot see what you cannot show / I cannot be where you will not go / Let me go, let me go. Canta Jason Schwartzman en I am young, en la que podía ser la banda sonora de la despedida de Bored to death. Ya no podemos ver lo que ha dejado de mostrar, dejémosla ir… aunque nos duela, aunque nos quedemos huérfanos. Pueden parecer exagerados los alardes de melancolía ante la cancelación de una serie que empezó hace 3 años y ha tenido sendas temporadas, puede parecer demasiado drama para tan poca comedia, pero he ahí la clave. A finales de 2011 terminó de emitirse la última temporada de una de las comedias más brillantes del poshumor un género poco abundante que por cada serie que se cancela queda herido de muerte.

El poshumor es el género cómico que no sólo busca la risa sino otras emociones tradicionalmente alejadas de la comedia. La cuna se encuentra en Gran Bretaña y el máximo referente mundial de esta comedia es The Office, la versión americana que desarrolla la original de Ricky Gervais. No es de extrañar que si una nueva comedia de este género tenía que nacer en Estados Unidos habría de hacerlo en la HBO. La cadena refugio de cómicos extremos como Gervais o Sacha Baron Cohen ha apostado por explorar los límites del humor y ahora en la edad de oro de las series de televisión, dónde la HBO reina con soltura, parecía que Bored to death podría ser una apuesta segura y longeva por como estaba concebida.

Los elementos de partida de Bored to death como producto son realmente atractivos. Una serie creada, producida y escrita por Jonathan Ames polifacético y controvertido escritor neoyorkino que llega a la televisión después de explorar todos los géneros literarios. Crea la historia de su alter ego homónimo interpretada por Jason Schwartzman, el carismático y wesandersiano actor y músico, que da vida a un escritor en permanente crisis creativa que llena el vacío de su relación amorosa con una doble vida como detective privado. Le acompañaran sus inseparables y neuróticos amigos Ted Danson en el papel de George Christopher (Cheers) editor de la revista Edition y Zach Galifianakis (Resacón en Las Vegas) que interpreta al dibujante de cómics Ray Hueston. Así, un novelista, un editor y un dibujante de cómics; tres adictos: al vino blanco, a la marihuana y al sexo, respectivamente. Tres extravagantes personajes complementarios que se atisban apuntes biográficos del creador.

La serie evoluciona a lo largo de sus tres temporadas, pero sus capítulos tienen una estructura reiterativa. Salvo algunos capítulos dobles, cada episodio se centra en un caso que tiene que resolver Jonathan y alrededor del cual giran las historias personales de cada uno de los tres protagonistas, tengan que ver con el caso o no. A través de cada personaje se exploran distintas manías, obsesiones o problemas. La paternidad, las relaciones sexuales, la adicción a las drogas pero sobre todas la inmadurez. El síndrome de peter pan que se está convirtiendo en pandemia en el siglo XXI y que afecta a los tres personajes en distinta medida, ya sea el miedo a dejar de ser joven de George, la necesidad de protección materna de Ray o la eterna adolescencia de Jonathan.

Bored to death con su insuperable reparto y su comedia poshumorista que aborda los problemas del hombre moderno, se convertiría así en una referente gafapasta, que sólo necesitaba la temida cancelación para convertirse en una serie de culto de manera inmediata. Así fue. La mermada audiencia y el limitado alcance dentro del público no debía ser síntoma de fracaso, sino todo lo contrario, confirma la excelencia de una comedia que no está hecha para las masas sino para apadrinar a una generación que reclama una nueva comedia que no se base en el encadenamiento de gag, una nueva comedia que aburra hasta la muerte.

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