Documenta Madrid 2012

Del 4 al 12 de mayo se celebró la novena edición de DOCUMENTA MADRID, festival internacional de cine documental por el que la capital de España se convirtió durante más de una semana en una importante ventana de acceso a la no ficción. Tomando como sede principal la Cineteca de Matadero se proyectaron docenas de películas y cortometrajes de todo el mundo que difícilmente podrían haber encontrado difusión en salas comerciales, ni siquiera en televisión o internet. Hubo conferencias, clases magistrales, conciertos e incluso en una de las sesiones paralelas pudimos volver a ver en pantalla grande El sol del Membrillo, aprovechando que el documental de Erice sobre (con, de y para) el pintor Antonio López celebra su vigésimo aniversario. En definitiva, un lugar de encuentro para un tipo de cine que se acerca a la vida y del que cada vez estamos más lejos en las nuestras.

Pero la atención estaba, como casi siempre, en la sección a concurso, que debía depararnos las nuevas propuestas en el panorama documental y de la que pudimos ver algunas de las obras premiadas. Planet of Snail, que fue a la postre la ganadora del primer premio al largometraje internacional, arrojaba una mirada poética y descorazonada sobre la vida de un joven coreano, ciego y sordo, que acompañado de su novia encontraba nuevas formas de comunicación para lograr expresarse. La escritura de una obra de teatro (también representada por sordos e invidentes) y su particular contacto físico con el mundo (los árboles, el aire, sus sueños) nos abren sus pensamientos y su frustrado corazón atrapado en un cuerpo de caracol. Un documental lo suficientemente honesto y frágil como para impresionar, sin forzar ni explotar emocionalmente a su protagonista, pero también falto de mayores riesgos formales como para considerarla una obra de superior relevancia que los sueños de su protagonista.

En el espacio dedicado al largometraje de creación encontramos a esas obras que, amparadas por la libertad que ofrece el género documental, traspasan sus límites y barreras para ir más allá, para ofrecernos otras maneras de afrontar la realidad. Low Definition Control fue buen ejemplo de ello, aunque finalmente no fuera tan acertado su resultado, un ensayo a modo de extenuante conversación sobre el poder de control de la imagen. Tele-dirigida por una conversación en off sobre la observación de imágenes de cámaras de vigilancia, la repetición de las conclusiones (más bien sentencias) sobre la sociedad, y la excesiva carga aleccionadora de estas, entorpecen una propuesta que habría funcionado mejor a modo de cortometraje, viéndose lastrada por su absoluta falta de ritmo y por la reiteración del mensaje, que perjudican a una pequeña idea perdida dentro del film más sugerente de lo que acaba siendo el tortuoso resultado.

¿Y si a través de las cámaras pudiéramos no solo grabar imágenes, sino llegar a identificar y registrar el movimiento de estas a lo largo del cuadro? Esta sugerente conclusión apenas ocupa unos diez minutos del metraje, pero sin duda son los únicos verdaderamente interesantes del mismo, toda la sugestión que genera el trazar a los cuerpos que son grabados por las cámaras nos lleva a indagar en el desconocido futuro de la tecnología, esa por la que irreductiblemente acabaremos siendo controlados. Lástima que tan solo sea un pequeño oasis en ese desierto de lo supuestamente experimental y revelador, que en demasiadas ocasiones se cruza  y confunde con lo verdaderamente interesante e inteligente, algo que ocurre demasiado a menudo en festivales de este tipo, plagados de obras a veces más cercanas la impostura que a la auténtica postura.

Sorprendentemente para muchos, en la categoría nacional se quedó sin premio Edificio España, de Victor Moreno (Holidays). Un, a priori, interesantísimo film que se adentra en las obras de demolición en el interior del inconfundible Edificio España. Pero igualmente el ganador del premio a mejor largometraje fue merecido, además de compartir no pocos temas y contextos similares con el anterior, aunque en este caso la demolición no sea la de un edificio abandonado, sino de todo un barrio (la Colonia Castells barcelonesa) y sus inquilinos.

[No-res] Vida i mort d’un espai en tres actes es lo que su propio nombre indica, la observación de la vida y destrucción de este espacio habitado a lo largo de tres actos: el retrato cotidiano de sus habitantes, la preparación de la demolición (aquí llamada taxidermia) y su inevitable ejecución. Con un tono centrado en la búsqueda de la naturalidad (amparado sobre largos planos estáticos) y una temática que bien podrían recordar al En Construcción de Guerín, podríamos asumir este documental como una agradable consecuencia suya, unidos ambos por la ciudad de Barcelona como reflejo de un imparable y generalizado plan urbanístico que nos ha condenado a perder lo que era nuestro para no tener lo que ahora no quiere nadie. Un abuelo que se emociona al hablar con su nieta entre señoras que recuerdan sus tiempos y raíces obreras, conviven junto a jóvenes y niños que tratan de buscarse la vida en un sitio condenado a la desaparición, un espacio que comparten como simbolismo de los tiempos que corren, hasta que nos dejen. Tanto la sátira política como las imágenes de la demolición del barrio hablan por si solas, y esa es la virtud de un documental con el que no se pudo evitar la desaparición de la Colonia, pero que fue capaz de registrar toda la vida y la lucha que había en él. Ahora, con la lección bien aprendida, somos nosotros los que tenemos que evitar ser los siguientes.

PALMARÉS DOCUMENTA MADRID 2012

Largometraje de creación

– Primer premio: ‘É na terra nâo é na Lua’, de Gonçalo Tocha (Portugal).

– Segundo premio: ‘Low Definition Control – Malfunctions #0’, de Michael Palm (Austria).

– Premio honorífico: ‘A Nossa Forma de Vida’, de Pedro Filipe Marques (Portugal)

Largometraje internacional

– Primer premio: ‘Planet of Snail’, de Seung-jun Yi (Japón y Corea del Sur).

– Segundo premio: ‘8+1’, de Angelika Brudniak y Cynthia Madansky (Turquía).

– Premio honorífico del jurado: ‘The Vanishing Spring Light’, de Xun Yu (China y Canadá).

Cortometraje internacional

– Primer premio: ‘A Story for the Modlins’, de Sergio Oksman (España).

– Segundo premio: ‘We Will Be Happy One Day’, de Pawel Wysoczanski (Polonia).

– Premio honorífico del jurado: ‘Água Fría’, de Pedro Neves (Portugal).

Largometraje nacional

– Primer premio: ‘[No-Res] Vida i mort d’un espai en tres actes’, de Xavier Artigues.

– Segundo premio: ‘Lluny de Saint Nazaire’, de Lluc Güell.

Cortometraje nacional

– Primer premio: ‘El mundo conmigo’, de Rodolphe Hamel.

– Segundo premio: ‘Standing Fucking Chicken’s, de Noé Venegas Arrabé.

Premio Freak de distribución: ‘An American Swan in Paris’, de Arantxa Aguirre.

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