Solocomedia

El absurdo instantáneo

En su reciente obra de teatro, convenientemente secundado por Ricardo Castellá, Ángel Martín, ya liberado de grilletes televisivos, podía cantar a los cuatro vientos aquello de “Nunca es tarde”. En una divertida mezcla entre comedia y musical se nos presentaba a un humorista de éxito hastiado por una larga carrera televisiva y con la necesidad de tomarse un descanso indefinido. Le atacaban a Ángel todo tipo de reflexiones existenciales sobre el paso del tiempo y la realización en la vida. Pareciese como si los fantasmas de la telebasura, esos iconos casposos a los que durante cinco años había ido diseccionando en tronchantes sobremesas, se hubiesen convertido en una losa de la que era difícil librarse. Quizás el nombre del proyecto que tenía entre manos fuese la respuesta a los anhelos de ese alter-ego teatral que ansiaba volver a hacer reír a la gente más allá de los corsés que imponen las audiencias.

[vimeo http://vimeo.com/34867713 w=670&h=350]

De la voluntad del espectador de televisión ya no se tienen que preocupar en Solocomedia, portal de Internet que surte a los internautas de continuas muestras de hilarante surrealismo de andar por casa. La inmediatez del medio se corresponde a la perfección con la profusión de ideas estrafalarias que van pariendo este consistente trío cómico, (que completan Rober Bodegas y Alberto Casado, antiguos guionistas de Sé lo que hicisteis), permitiéndoles mantener una periodicidad de sketches admirable, sin bajar un ápice la calidad del contenido. El amateurismo – cada vez menor – de las interpretaciones no es un lastre, sino que se vuelve casi imposible no ceder ante el magnetismo de tres personajes que se permiten interpretarse a sí mismos en una suerte de sitcom online de colegas guionistas. Aún así, brillan por encima del resto las historias en las que se crean personajes de la nada, que en poco más de dos minutos son capaces de erigir sagas tan poderosas como La entrega o el reciente y truculento episodio de Café solo. Muestras del desparpajo carente de prejuicios que hacen de Solocomedia un refugio diario para la carcajada sencilla y cómplice. Claro que si la página no es del agrado del espectador ya sabe que “esto es gratis, no me toques los cojones”.

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