SEFF’12: Presentación

El viernes comienza en Sevilla la 9ª edición del Festival de Cine Europeo, en el que es probablemente el año clave de su carrera. La importancia de 2012 para el SEFF radica en varios factores, pero el primero y más llamativo es la renovación en su cúpula organizativa. Este año la programación y dirección ha pasado a las manos de José Luis Cienfuegos, que viene avalado por su tiempo como director del Festival de Gijón, tras haberlo convertido en una de las más importantes ventanas internacionales de cine independiente.

La elección del director puede parecer increíble dentro de su contexto. No solo estamos viviendo un tiempo precario para toda la cultura, primera (¿y más importante?) víctima del desmantelamiento actual del Estado del bienestar, un momento en el que el cine alejado de las grandes audiencias corre grave peligro de desaparecer, y con él sus ventanas; también es sorprendente el hecho dentro de su entorno local. El nuevo gobierno del PP en la capital andaluza ha fichado a una figura crítica e inquieta en lugar de seguir por la línea acartonada, limitada (y limitadora), de las últimas ediciones, que parecían preocuparse más por contentar al gran público que por mostrar el nuevo cine europeo. Parece ser que hay esperanza para lo nuevo, lo extraño, lo ajeno, en este SEFF’12. Y se demuestra desde su propio cartel, ilustración del genio Miguel Brieva.

El nuevo director ha traído cambios desde el principio, con una mudanza de sede, desde el centro comercial Nervión Plaza hacia el centrohistórico dela ciudad, respondiendo a necesidades técnicas (las salas del Nervión Plaza solo proyectan en 35mm). La programación de Cienfuegos ha resultado refrescante y, como veremos, de una amplitud sin límites. No solo se ha juntado a autores independientes como Ulrich Seidl y Leos Carax con interesantes apuestas comerciales como Fin de Jorge Torregrossa o la nueva adaptación de Grandes Esperanzas de Mike Newell, sino que habrá espacio para “Las Nuevas Olas”, sección introducida por el propio Cienfuegos para los “espectadores más exigentes”, retrospectivas en las obras de clásicos aún por descubrir, como Agnès Varda o Gonzalo García Pelayo y vistazos a las cinematografías de Portugal y Grecia, una selección muy coherente con la actualidad internacional.

Y en esa actualidad, se vuelve incontestable el papel del festival (de todos ellos) como demostración. Primero, de que el cine puede estar a la altura de su realidad, de ese deber reflejar, responder y remover a su audiencia, y de que puede desafiarse a sí mismo y a sus límites para conseguirlo. Y segundo, de que este cine europeo que inundará Sevilla la próxima semana no sabe de fronteras o límites políticos, económicos, industriales o tecnológicos. Es un cine dispuesto a despertar al viejo continente, que falta le hace. Teniendo todo esto en cuenta, y con esperanza de que así sea, que empiece el SEFF’12.

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