Weekend

Breve encuentro

En Antes del Amanecer (Before Sunrise, 1995) Linklater grabó a unos jovencísimos Ethan Hawke y Julie Delpy pasando unas horas en Viena, conociéndose el uno al otro, compartiendo e intercambiando sus respectivas visiones del mundo. El encuentro, furtivo y fugaz, profundizaba de una manera única, genuina, en la naturaleza de las relaciones, el hecho de que dos personas colisionen, se transformen, se cuestionen y cuestionen al otro. Todo ocurría en unas horas, pero era posible gracias a la imposibilidad de base que acompañaba a la pareja. Hawke tenía que regresar a EEUU, y por mucho que se gustasen esa francesa rubia magnética y ese americano vital de arrogancia atractiva, estaban experimentando una especie de oasis, atemporal, alienado, que les hacía totalmente conscientes del proceso que atravesaban.

La perspectiva es compartida por Andrew Haigh en Weekend (2011). Y es tan importante la condición de temporal, circunstancial, azaroso, que yace en la misma base de los encuentros entre los personajes de estos directores, que ambos lo señalan desde el título. Antes del amanecer, y en un fin de semana. ¿Qué puede pasar en tan poco tiempo entre dos personas?

Hay una gran diferencia entre ambas cintas, en cuya obviedad se encuentra el peligro que sobrevuela a los protagonistas de Weekend. El hecho de que sea una pareja gay la que colisiona ante la pantalla, hace que surjan, no solo diferentes respuestas, sino nuevas preguntas. Mientras que Hawke y Delpy hablaban sobre el mundo que les rodeaba en 1995, sobre qué querían hacer en él, y quiénes querían llegar a ser, el proceso de sumersión va por otros derroteros ligados intrínsecamente al hecho de ser gay.

La cuestión que se aborda en Weekend es la identidad, no sexual, ni romántica, sino el propio ser uno mismo, en el mundo. Los dos protagonistas viven en una constante búsqueda de identidad que se refleja en su forma de vivir su homosexualidad. Ambos practican la promiscuidad hasta el punto de convertir sus encuentros sexuales en una especie de coleccionismo, pero de cada pareja extraen una nueva experiencia. Glen les graba contando cómo ha sido la cita que acaban de tener, solo para atisbar la diferencia que radica entre la imagen que queremos proyectar ante alguien nuevo y quiénes somos realmente. Russell les pregunta, siempre, si sus padres saben que son homosexuales, y cómo se lo tomaron.

El vacío, la falta que Russell experimenta como alguien huérfano, es lo que otorga la distancia necesaria para ver la importancia de la identidad en una comunidad que, aún hoy en día, no sabe si tiene los derechos que se merece, o si merece los derechos que tiene. El rito de paso que es para todo homosexual contárselo a sus padres lo sitúa ante el mundo como una parte de sí mismo: aceptado por su identidad sexual, o enfrentado a las convenciones por lo mismo, pero sin saber quién es ni qué espera de sí mismo en el futuro.

Al igual que Before Sunrise conseguía ser algo más que una película sobre relaciones, Weekend, película británica del 2011 estrenada hace un par de semanas en algunas de nuestras carteleras (y demos gracias), es algo más que una película sobre relaciones homosexuales. En una de las escenas finales se hace referencia explícita al género cinematográfico de las comedias románticas: los dos chicos se encuentran en la estación de tren para despedirse, y bromean con la posibilidad de cantar, suplicar, arrodillarse por un amor que no debe ser truncado, sino aplaudido por el público. Pero no es el caso: son dos personas lidiando con el problema de no saber si aceptarse para abrazar una normalidad que les provoca inseguridad y rechazo, o aceptar que no buscan esa normalidad, lo que implicaría una búsqueda aún más agotadora de nuevas conductas y valores con los que sentirse a gusto. ¿Hay lugar para el amor?

Cuando se rinden al simple dolor de tener que separarse, y se besan, unos jóvenes se mofan en la lejanía. Tanto ellos como el propio director, a través del encuadre, intentan ignorarlo. Pero no es posible. El odio a uno mismo, las dudas de si se hace lo correcto, la incertidumbre de quiénes somos, y si somos lo que debemos ser, van de la mano de un mundo que no nos deja ni sufrir lo efímero de un breve encuentro.

2 Comments

  • ¡No es de mis favoritas pero es muy acertada para la comunidad! El próximo estreno de Looking 2 , una serie de HBO sobre tres amigos homosexuales (y sus citas y problemas cotidianos) que viven en San Francisco, me ha recordado la necesidad de ver esta película que en su momento se me escapó de las carteleras de cine. Weekend, escrita, dirigida y montada por Andrew Haigh, que también está tras la producción de la serie de HBO, hace de ambas propuestas un estilo similar, en cuanto a la fotografía y el acercamiento a los personajes, aunque también numerosas diferencias: la serie sitúa a los personajes en el meollo de la comunidad gay de San Francisco, en una ciudad turística y tolerante, con personajes que viven su sexualidad con abierta normalidad y por tanto encuentran más facilidades para poder expresarse como tales, lo cual da pie también a incidir en algunos clichés; por su parte, la película de Haigh se ubica en Nottingham, una ciudad no tan cosmopolita como el Londres multicultural y en un mundo no tan empático con los homosexuales como suelen serlo las grandes capitales que atraen a turistas gays con alta capacidad adquisitiva. El matiz es importante, pues en este siglo XXI el tema de la aceptación de la libertad sexual de las personas no está tan extendido como habitualmente, y dentro de nuestra mentalidad moderna, suele entenderse.

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