Fancine 2013: El monstruo y la guerra

Hay una escena en El Doctor Frankenstein (James Whale, 1931) en la que el monstruo juega con una niña a lanzar flores a un lago. En su cándida simpleza, la criatura entiende que la pequeña también debe flotar, como hacen las flores, y no duda en arrojarla al agua. Mientras la niña lucha inútilmente por mantenerse a flote, el monstruo se muestra aterrado ante las consecuencias de sus actos, descubriendo, horrorizado, la infame naturaleza de la que se ha servido su creación, contraste absoluto de una escena tan potencialmente bella.

Frankenstein (James Whale, 1931)

En la sección del festival que recupera títulos clásicos de la historia del cine que estén adscritos a la esencia del certamen, destaca este año la inclusión del clásico de James Whale. Destaca porque la cinta protagonizada por Boris Karloff encuentra una reverberación retorcida en la remesa de nuevas propuestas del fantástico que han pasado por Málaga estos días, bajo título tan sugestivo y tentador como Frankenstein’s Army (Richard Raaphorst, 2013)

Considerada como la primera obra de ciencia ficción, –antes de que sucesivas aportaciones al género terminaran de definirlo con mayor precisión– la novela de Mary Shelley que dio luz al personaje ha sido revisada y cien veces adaptada para el cine desde su publicación en 1818. Realmente la cinta de Whale es una adaptación un tanto libre del material original, pero popularizó para la eternidad al monstruo sin nombre erróneamente bautizado como Frankenstein, que era en realidad el científico responsable de su creación. Victor Frankenstein, el moderno Prometeo, cuyo diario detallando la creación y destrucción de vida encontrarán, años después, los alemanes nazis en la segunda guerra mundial.

Para el lector despistado, hemos dado ya el salto a la segunda película de la que se hablaba al comienzo. A su paso por el Festival de Sitges recibió el galardón de Mejor Película de la sección Panorama.

Frankenstein Army

Su premisa, lo suficientemente bizarra como para contener una genialidad, involucra a los nazis intentando hallar la fórmula para crear al supersoldado definitivo que incline la contienda a su favor. La trama está al servicio de la casquería y el gore, elementos por razones obvias primordiales en la narración. Rodada siguiendo la técnica del found footage, la película constituye un divertimento bastante curioso. Y tal y como ocurría con el monstruo de Frankenstein, amalgama de diferentes partes anatómicas, por la película desfilan la más variopinta y chocante colección de bichos raros que se recuerden, a saber, el hombre mosquito, el cabeza hélice y el hombre cerilla entre otras rarezas. Monstruos desprovistos de rostros que nos recuerdan la futilidad de la guerra, que convierte a los hombres en despiadadas e implacables obras de individuos con peligrosas aspiraciones sobrehumanas, y que terminan de alguna manera enlazando con la génesis.

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