Hello Ladies

Estar en la B

El rito milenario de salir por la noche consta de unas pocas fases perfectamente definidas que no suelen sufrir demasiadas variaciones según el ámbito geográfico de acción. Algunos teóricos se atreven incluso a reducirlo a tres: ilusión, cogorza y shawarma. La tercera es sin duda la más variable de todas, dependiente de los establecimientos que haya abiertos a horas intempestivas, esos dispuestos estratégicamente para surtir a todos los no muertos con la boca como una alpargata que busquen saciar su fracaso con una buena ración de grasa saturada.

Algunos prefieren volver a casa y saborear su soledad pegados al calor del microondas. Es el caso de Stuart Pritchard, fiel consumidor de esas alitas de pollo que anuncian el fin de una noche como otras tantas, de expectativas que se diluyen con el paso de las horas, hasta que el cuerpo deja de pedir alcohol y reclama algo sólido. Se da por vencido.

Hello Ladies

Como si se hubiese creído lo de los ingleses de Love Actually (Richard Curtis, 2003) que triunfaban con las mujeres en Estados Unidos, Pritchard se traslada nada más y nada menos que a Los Ángeles, un lugar quizás demasiado superficial para su romanticismo (y su pinta de mantis religiosa, para qué nos vamos a engañar). Todo juega en su contra, pero como buen soñador tiene su listón alto, demasiado alto.

Hello Ladies (HBO) surge de un monólogo en el que Stephen Merchant explicaba las particularidades que le impedían triunfar en el mundo del sexo ocasional, monopolizado por especímenes de gimnasio bastante alejados de su apariencia nerd de más de dos metros. Ni siquiera salir en la tele le había salvado de de ser un (gran) cero a la izquierda. Toda una vida de frustración trasladada a una ficción televisiva con un protagonista cuya moralidad es tan cuestionable como la de Walter White o Tony Soprano, pero en un ámbito bastante diferente, claro está.

Tacaño, egoísta y convertido en todo un autómata cuando el partido está en juego, el patetismo que siempre rodea a todas sus escaramuzas plantea un abanico de sentimientos en un espectador que entre las risas sufre el impulso de esconderse detrás del sillón. Pero es imposible no apiadarse de él en su nostálgica vuelta a casa, el paseo desangelado del perdedor hacia su catre vacío. Lo mejor es que la banda sonora de la derrota siempre tiene tanta melancolía como clase.

Hello Ladies

A sus amigos tampoco es que les vaya muy bien. Uno de ellos no supera que su matrimonio ha terminado y la otra es una actriz que como tantas otras en Hollywood están siempre a las puertas de la gloria. Todos se apoyan como pueden en un equilibrio que siempre rompe Stuart cuando aparece alguna modelo a la que cortejar. Muchos se preguntan si para el protagonista de Hello Ladies hay posibilidad de redención. La cuestión es si queremos que cambie, que baje el listón, que siente la cabeza y se case, tenga hijos y sea feliz. Quizás nos encantan los perdedores.

Bonus track: El propio Merchant juntó en Spotify canciones que suenan en la serie y otras que también le inspiraron para crear las aventuras de Stuart Pritchard.

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