Obra 67 #littlesecretfilm

Uno de los nuestros

David Sáinz y su productora Diffferent ya habían demostrado con la webserie Malviviendo (2008) que el uso del formato digital como método de producción e internet como método de difusión había trascendido la anécdota, al crear un producto con la calidad suficiente para convertirse en un fenómeno en la red, crear una comunidad de seguidores y, al mismo tiempo, entrar en el panorama audiovisual por la puerta de atrás. De hecho, el humor y los temas tratados en Malviviendo no podrían encontrar refugio en la televisión tradicional y emitirse en una cadena de pago habría traicionado el espíritu popular de su concepción. Con estos precedentes, resulta complicado imaginar que la primera incursión en el largometraje de David Sáinz no fuera a través de una iniciativa como la de #littlesecretfilm. Con el patrocinio del canal Calle 13 las reglas eran las siguientes: 13 horas de rodaje, 13 personas de equipo técnico y artístico, sin guión escrito, sin presupuesto y sin promoción hasta el día del estreno. El resultado es Obra 67 (2013), que fue proyectada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y este 10 de enero se estrena en distintas salas del país, convirtiéndose en el primer #littlesecretfilm con distribución comercial.

Obra 67

La causa de que este pequeño proyecto haya trascendido su propia naturaleza y se haya colado en salas comerciales, la encontramos en la capacidad resolutiva de la propuesta. Obra 67, recoge ese espíritu callejero que tiene Malviviendo para desarrollar una trama que transita de la comedia al thriller sin mayores problemas. Deja en manos de la pareja protagonista, Jacinto Bobo y Álvaro Pérez, todo el peso de unos diálogos frescos, auténticos y, lamentablemente, poco habituales en el panorama audiovisual español. Actores de oficio como Daniel Mantero o el clásico Antonio Dechent, terminan por cerrar un reparto que en una producción tan improvisada como esta es fundamental para la supervivencia de la película. Por su parte, David Sáinz resuelve las escenas con habilidad y talento, como atestiguan el largo plano secuencia del coche al chalet con ese diálogo tarantiniano de los protagonistas o el acertado montaje de la escena final. En su discurso narrativo hallamos multitud de referencias y citas que dejan constancia de una inquietud a la hora de dirigir que va más allá de la mera resolución escenas, por ejemplo soluciona el final del famoso “actor y director” citando la muerte de Carlo Rizzi en El Padrino con ese plano detalle de la suelas de los zapatos que desgastadas nos igualan del mismo modo que nos iguala la muerte.

Obra 67

A la originalidad de la trama y el buen hacer del equipo, hay que sumarle un elemento que es determinante para Obra 67, la capacidad narrativa de su director. Hay quien ha visto en Obra 67 la Tesis (Alejandro Amenábar, 1996) de David Sáinz, y lo cierto es que ambas poseen miradas renovadoras -incluso comparten elementos de la trama como el jugueteo con las snuff movies-. Habrá que esperar si el particular mundo del audiovisual de Sáinz puede encontrar su hueco en la producción española o si, por el contrario, su talento es finito y no supera la anécdota. Lo que si es cierto es que con su primer largometraje ha demostrado que es capaz de acercarse a los personajes que habitan los barrios humildes destilando autenticidad y compromiso. Lo consigue porque esas personas y esos contextos no le son ajenos, porque es uno de ellos y -por extensión- uno de los nuestros. Ha sabido sacar provecho del mundo que le rodea y transmitirlo a la gran pantalla; en definitiva, David Sáinz ha encontrado una voz propia.

Comentar

— required *

— required *

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies.

ACEPTAR
Aviso de cookies