FANCINE 2014 (III): LFO (Antonio Tublen), Cruel and Unusual (Merlin Dervisevic)

El Fancine sigue mostrando propuestas tan dispares como sorprendentes llegadas desde países como Suecia o Canadá, un cine que nos sería difícil dar a conocer en salas comerciales y que gracias a trabajos como LFO y Cruel and Unusual cruza fronteras territoriales y de género.

LFO

LFO (Antonio Tublen)

No se debería entrar en una sala de cine pensando en los estereotipos del país de origen de lo que vamos a ver, pero si da la casualidad de que además cumplirse se llevan con la soltura y la comicidad oscura de LFO, el sentimiento de culpa desaparece. Su protagonista, un nórdico rubio, sociópata y con tendencias suicidas, inventa una serie de frecuencias sonoras con las que puede controlar su propia voluntad o la de los que le rodean. Robert, muy consciente del sentido de la frase “Think global, act local”, comienza a cambiar el mundo intentando “ayudar” a una pareja que ha tenido la mala suerte de mudarse a la casa de enfrente, descubriendo que su naturaleza es tan salvaje como la de cualquier otro ser humano. Ese sonido que parece estar quebrando la salud mental del protagonista nos acompaña a lo largo de todo el metraje, como si también se intentase hipnotizar al espectador. Por desgracia, sus efectos se diluyen hacia un final atropellado que no es demasiado congruente con una propuesta que podría haber ido por otros derroteros.

Cruel and Unusual

Cruel and Unusual (Merlin Dervisevic)

Una de los constantes del Fancine es el cambio de prisma que se aplica sobre una variable de géneros, que oscilan desde lo socorrido de la comedia hacia lo peliagudo del drama, pasando por la eficacia del thriller, entre otros. El debut en la dirección del canadiense Merlin Dervisevic en otra de las películas a concurso de esta edición, Cruel & Unusual, intenta aglutinarlos todos en lo que finalmente resulta ser una decisión no del todo acertada. La historia del protagonista, un hombre sentenciado a un infierno anónimo y abocado a revivir por siempre jamás el cierre de su existencia –un castigo no pocas veces visto y por tanto menos cruel e inusual de lo que han pensado sus responsables– avanza a trompicones por un entramado incapaz de encontrar un foco sobre el que fijar su objetivo. La desaparición de personajes a medida que avanza la historia y un final inane terminan por situar a la cinta bastante alejada de nuestro podio particular de esta edición.

Pablo Vigar y Pedro Villena

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