Premios Goya 2015

Los Goya se dividen como siempre entre lo visible y lo invisible, en este sentido suponen un buen reflejo del estado del cine español. Hablamos del año de Ocho apellidos vascos y las buenas -aunque engañosas- cifras récord de espectadores y recaudación, pero también el de la desaparición de Eddie Saeta la productora de Lluis Miñarro, la más importante de cine de autor de nuestro país. La gala de esta edición la presenta el protagonista de la comedia del año, Dani Rovira, que a su vez está nominado a actor revelación; el cine más arriesgado, por su parte, goza de honrosas candidaturas en documental, premios noveles y en las principales únicamente gracias a LoreakMagical Girl. De Lluis Miñarro, que dirigió Stella Cadente y produjo La jungla interior (Juan Barrero)ni rastro.

En Revista Magnolia continuamos otro año más con nuestro particular análisis de las principales candidaturas, señalando nuestras apuestas entre las nominadas y los olvidados, es decir las habituales y dolorosas ausencias. El niño de Daniel Monzón y La isla mínima de Alberto Rodríguez parten como favoritas con más nominaciones, seguidas de la hispano-argentina Relatos Salvajes y la revelación del año, Magical Girl. ¿Pero ofrecen los Goya una visión completa del panorama o solo una escasa representación del cine español de 2014?

europea

por Antonio M. Arenas 

IDA Pawel Pawlikowski

LA SAL DE LA TIERRA Win Wenders y Ribeiro Salgado

DIOS MIO ¿PERO QUÉ TE HEMOS HECHO? Philippe de Chauveron

EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ Felix Herngren

La terna de nominadas a Mejor película europea ilustra hasta que punto resulta perezoso, por no decir algo más grave, el criterio habitual de los académicos. Debido a su sorprendente interés por los éxitos populares más rancios y el cine con etiqueta artística, además de quedar lejos de seleccionar una muestra del mejor cine europeo, resulta complicado encontrar sentido a un galardón carente de la inquietud y el juicio mínimamente exigibles.

apuesta

Gran triunfadora de los premios de la Academia del Cine Europeo, Ida parte como la clara favorita de unos premios que no parecen reservar grandes sorpresas, si acaso mínimas. El indiscutible mérito del film del polaco Pawel Pawlikowski reside en hacer converger una mirada descarnada y política de Europa tras la Segunda Guerra Mundial con un crudo preciosismo estético en blanco y negro y a ratio 1:37 que aleja su puesta en escena de todo academicismo. Justo pero irónico, y al fin y al cabo queremos creer que satisfactorio, que ahora sean las academias quienes la abracen.

olvidado

Podemos entender que el siempre polémico Lars Von Trier no sea del agrado de la Academia, pese a firmar con Nymphomaniac uno de sus trabajos más redondos. También somos conscientes de que El desconocido del lago (Alain Guiraudie), El congreso (Ari Folman), Solo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch), La chica del 14 de julio (Antonin Peretjatko) o De caballos y hombres (Benedikt Erlingsson) por fortuna son apuestas tan brillantes como poco convencionales para lograr consenso. Tampoco íbamos a esperar precisamente a Nick Cave y sus 20.000 días en la tierra (Iain Forsyth, Jane Pollard) en una gala en la que actuará Ana Belén. Pero cuando ni siquiera las obras de autores relevantes que cuentan con enorme prestigio como La venus de las pieles (Roman Polanski), Sueño de invierno (Nuri Bilge Ceylan) o La imagen perdida (Rithy Panh) merecen su atención, no queda demasiado por decir, acaso preguntarnos si las habrán visto.

De entre toda esta colección de infortunios cuesta señalar un único olvido de importancia, aunque Dos días, una noche, el formidable y tan actual nuevo film de los hermanos Dardenne -también incomprensiblemente ausente de los Oscar- habría supuesto un espejo magnífico en el que mirarse para unos premios incapaces de encontrar término medio entre lo frívolo y lo reivindicativo.

documental

por Antonio M. Arenas

NACIDO EN GAZA Hernán Zin

EDIFICIO ESPAÑA Víctor Moreno

EL ÚLTIMO ADIOS DE BETTE DAVIS Pedro González Bermúdez

PACO DE LUCÍA: LA BÚSQUEDA Francisco Sánchez Varela

Revirtiendo su condición minoritaria, no deja de sorprendernos la gran salud y diversidad del cine documental español en los últimos años. Por contra, si uno revisa las nominaciones a Mejor película documental de los Goya, puede comprobar que en la Academia son inmunes a los saludables cambios del cine de no-ficción, así como a los espacios y autores que lo representan. Debido a ello, la inclusión de Edificio España abre un horizonte a la inclusión de un cine híbrido y perdurable, que a excepción de los casos de Mapa (Elías León Siminiani, 2012) y El cuaderno de barro (Isaki Lacuesta, 2011) parecía encontrarse fuera de los cánones de la academia, más cómoda entre los documentales de corte convencional, de carácter biográfico, histórico y con un claro componente social o de denuncia como los presentes.

apuesta

El ruido mediático que produjo la noticia de la prohibición de proyectar Edificio España por parte del Banco Santander, dueña de un edificio que posteriormente vendería a un multimillonario chino, nos permitió recuperar en gran pantalla y festivales el titánico documental que Víctor Moreno realizó durante las obras de reforma del interior del edificio. Su presencia en los Goya demuestra una vez más el poder simbólico de su trabajo para comprender el estado y la memoria de un país, perdido entre las ruinas laberínticas y los recuerdos de cada una de sus plantas, cuya capacidad para abarcar diversos géneros y transitar desde las historias mundanas de los trabajadores a la Historia en mayúsculas, además de admirable, supone el ejercicio cinematográfico de mayor calado entre los nominados.

olvidado

Su reconocimiento en festivales a lo largo del mundo no parece haber despertado el interés de los Goya por Costa da Morte, extraordinaria propuesta entre lo paisajístico y experimental del jovencísimo Lois Patiño, uno de los principales representantes del nuevo cine gallego, tan atento a las nuevas formas del cine de no-ficción.

Pero no es el único olvido, la mirada cómplice de Virgina García del Pino a Basilio Martín Patino en La décima carta, la transmisión cultural e histórica de todo un barrio y una generación de Chus Gutiérrez con Sacromonte. Los sabios de la tribu, el cine en lucha acompañando la huelga de la minería asturiana en ReMine, el último movimiento obrero, ese retrato tan extraña y maravillosamente tierno del último cine porno de Madrid como Paradiso o la recuperación de la asombrosa obra artística y videográfica del Tarzán de Argelaguer en Sobre la marxa – El inventor de la selva. En definitiva, películas que van más allá de su fuente documental para afrontar riesgos formales y temáticos que nos encantaría poder vislumbrar más a menudo en unos Goya escasamente representativos de un panorama afortunadamente más rico y complejo. Pese a todo.

musica

por Jonay Armas (La Butaca Azul)

EL NIÑO Roque Baños

LA ISLA MÍNIMA Julio de la Rosa

LOREAK Pascal Gaigne

RELATOS SALVAJES Gustavo Santaolalla

En los nominados a Mejor música original todos parecen tener un poderoso motivo por el que imponerse al resto: la contundencia de la música de Roque Baños para El niño, las bellas atmósferas creadas por Julio de la Rosa para La isla mínima, el lirismo irresistible de Pascal Gaigne en Loreak o el humor gamberro que pone en juego Gustavo Santaolalla en Relatos salvajes. 

Hay también, otros factores con menos glamour pero también más concretos, si se quiere: la partitura de Roque Baños es la más sólida y la que se ha construido más eficazmente desde lo instrumental (los sonidos étnicos juegan aquí un papel fundamental a partir del que situar las capas del relato), el misticismo propuesto por Julio de la Rosa ha dotado a la película de una textura adicional de profundidad del que quizás el propio relato carecía, Loreak está impregnada de silencios y por tanto la música de Pascal Gaigne puede convertirse en protagonista de muchas secuencias y atraer la atención y, en fin, sería atrevido poner en duda la inevitable complicidad que ha generado Relatos salvajes con su público.

apuesta

¿Una favorita? Habría que hablar de El niño y La isla mínima como potenciales ganadoras desde el mismo momento en que reciben tal abrumadora cantidad de nominaciones (y en cierto modo ridícula, en tanto que revela un paisaje no demasiado favorable para el cine del país y hasta podría poner en duda la importancia de estos premios), pero quizás el prestigio y renombre de Roque Baños pueda resultar definitivo para decantar la balanza.

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¿Una ausencia? La propuesta de Zeltia Montes para el film A Esmorga (Ignacio Vilar) es, en cierto sentido, una pequeña revolución: además de la valentía de su propuesta formal (el piano como instrumento solitario) y de su voluntad discursiva (música que cuenta las emociones ocultas de los personajes), la banda sonora concebida por la compositora viene hablar de cómo la eficacia narrativa no tiene por qué estar reñida con la sencillez, lo que supone un pequeño toque de atención a una industria que, se sigue aferrando a unos modelos previsibles, al fondo sonoro en lugar del discurso sonoro. No ya por sus resultados, que son brillantes, sino también por su forma de reivindicar una manera de entender la música para cine, la ausencia de Zeltia Montes en estos premios es una que podemos lamentar profundamente.

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por Antonio M. Arenas

10.000 KM Carlos Marques-Marcet

TODOS ESTÁN MUERTOS Beatriz Sanchís

MUSARAÑAS Juanfer Andrés y Esteban Roel

PACO DE LUCÍA: LA BÚSQUEDA Curro Sánchez Varela

No suele ser el Goya a Mejor dirección novel un baremo preciso de los nuevos talentos del cine español. En ocasiones acierta, difícil no hacerlo con los debuts de Beatriz Sanchís y Carlos Marques-Marcet, pero en otras parece estar más pendiente de aciertos singulares o de encontrar directores que se ajusten a los parámetros industriales que de buscar auténticos talentos. Una contradicción que provoca cierta tensión entre el cine con pretensiones comerciales y el que habita los márgenes, tensión de la que por supuesto sale ganando todo aquel que haya estrenado su película en los Renoir.

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Ya desde el sutilmente planificado largo plano secuencia inicial de 10.000 km, la dirección de Carlos Marques-Marcet ofrece riesgos a la altura de los que brinda su propuesta y nos permite observar a, más que un cineasta en ciernes, toda una realidad. Parte como gran favorito, además de que vistos los resultados quizá debería haber representado a España en los Oscars. Pero en todo caso, recordemos que nothing matters when we’re dancing.

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Recibir el premio a Mejor director emergente del Festival de Locarno de 2013 en cualquier otro país despertaría la atención de sus premios más importantes, por lo que la ausencia de Lois Patiño resulta del todo inexcusable y demuestra, una vez más, que el punto de vista de la Academia se encuentra lejos de un radar artístico del que también se escapan Enrique García, por su solvente trabajo en el drama carcelario 321 días en Michigan, Mikel Rueda, por la sensibilidad que demuestra en A escondidas, Fran Araújo y Ernesto de Nova, por esa emocionante road movie a medio camino del documental y la ficción titulada El rayo, Juan Barrero, por abrirse a lo más íntimo e indómito con la distancia precisa y enorme belleza en La jungla interior u Omar A. Razzak, capturando hasta el aire de las conversaciones en el último cine porno de Madrid con Paradiso.

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por Gonzalo Ballesteros

EL NIÑO Daniel Monzón, Jorge Guerricaechevarría

LA ISLA MÍNIMA Alberto Rodríguez, Rafael Cobos

MAGICAL GIRL Carlos Vermut

RELATOS SALVAJES Damián Szifron

Este año los guiones nominados son firmados por los propios directores -en algún caso con otro guionista- lo que pone de manifiesto la personalidad de los proyectos. De hecho, las cuatro cintas, las cuatro favoritas de la entrega de premios, destacan por encima de todo por las historias que cuentan: el guión compacto de El niño, la complejidad de La isla mínima, el puzzle milimétrico de Magical Girl y las arrolladoras historias de Relatos Salvajes. 

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En San Sebastián se premió su labor en la dirección, pero creemos que por encima de la brillante puesta en escena, a Carlos Vermut hay que reconocerle por encima de todo el guión de Magical Girl. Un rompecabezas dividido en tres actos: Mundo, Demonio y Carne, según el catolicismo los enemigos del alma. Puntos de referencia que ayuden a organizar narrativamente el puzzle que propone la historia. Como decía Antonio M. Arenas en su crónica de San Sebastián, Magical Girl “es la construcción de una incógnita, de un truco de magia y de un secreto, una película tan asombrosa y terrible por lo que no revela como por lo que afirma de una España que sangra”.

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Loreak, La jungla interior, Hermosa juventud… como en cada categoría son varios los filmes que podrían estar pero no están. En esta ocasión queremos señalar otro que podría estar con todo merecimiento: 10.000km, la película de Carlos Marques-Marcet (nominado a director revelación) es una inteligente historia sobre una relación en la distancia; los problemas, deseos, discusiones y afectos de una pareja que tiene un océano en medio y un ordenador mediante. Pocas películas recientes -y no hablamos sólo en España- han sabido reflejar la complejidad y la sutileza de un tipo de relación sentimental tan habitual como actual.

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por Gonzalo Ballesteros

EL NIÑO Daniel Monzón

LA ISLA MÍNIMA Alberto Rodríguez

MAGICAL GIRL Carlos Vermut

RELATOS SALVAJES Damián Szifron

Que los nominados en las principales candidaturas se repitan una detrás de otra tiene doble lectura, por un lado, podemos pensar que estamos ante propuestas tan importantes y completas que lo acaparan todo, por otro lado, esto puede dejar en evidencia las carencias de una Academia que concentra los premios sin mucho margen de maniobra; seguramente la verdadera razón será una mezcla de ambas, en cualquier caso aquí están cuatro directores que han demostrado méritos suficientes para llevarse el busto del pintor.

apuesta

Quizá la dirección más relevante de este año sea la de Alberto Rodríguez, la capacidad visual y rítmica que demuestra en La isla mínima está fuera de toda duda. Pero más allá de méritos cinematográficos, que como decimos son evidentes e indiscutibles, el director sevillano merece el premio como reconocimiento a una carrera que, no sabemos si ha tocado techo, pero sin duda ha ascendido hasta tocar el cielo. Para comprender un poco más y mejor la trayectoria cinematográfica de Alberto Rodríguez, no dejen de leer el artículo que firma Andrés Galán.

olvidado

Tanto por la Academia, como por la industria y a veces por la crítica, si hay alguien que se merezca la etiqueta de “olvidado” ese no es otro que Lluis Miñarro. El productor de cine de autor más importante de nuestro país (que acaba de cerrar su productora por falta de apoyos) es también desde hace años un director con personalidad propia. Este año lo ha demostrado con la brillante Stella cadente, el film sobre el breve -y poco intenso- reinado de Amadeo de Saboya no ha conseguido tener una atención proporcional a la importancia que posee. Otra oportunidad perdida para reivindicar a una figura tan clave en la cinematografía nacional como olvidada, para vergüenza de todos.

pelicula

por Gonzalo Ballesteros

EL NIÑO Daniel Monzón

LA ISLA MÍNIMA Alberto Rodríguez

MAGICAL GIRL Carlos Vermut

LOREAK José María Goenaga y Jon Garaño

RELATOS SALVAJES Damián Szifron

Cada una de las cinco películas nominadas podría defenderse bajo distinto criterio pero con la misma pasión. Lo cierto es que forman un grupo de películas compacto en su heterogeneidad, unas vienen avaladas por el público, otras por festivales, otras por la crítica… y alguna incluso por todas las partes. Que no haya demasiado desnivel entre ellas convierte este Goya, a priori, en uno de los más igualados de los últimos años; aunque el número de nominaciones nos va dando pistas sobre las favoritas de la Academia (El niño La isla mínima), el fallo definitivo será celebrado por unos y discutido por otros, gane quien gane.

apuesta

A la hora de discutir las nominadas, en Revista Magnolia, encontramos voces a favor y en contra de cada una de las nominadas, pero hay una que genera consenso absoluto: Magical GirlFuera de lo que puede parecer este consenso no es de mínimos, sino de máximos; el mismo consenso que parece que generó en San Sebastián cuando se llevó la doble Concha. Su irrupción por la puerta grande en el panorama nacional e internacional vino a confirmar lo que sospechábamos tras ver su debut con Diamond Flash, que Carlos Vermut era un rara avis en nuestra industria, que era capaz de alcanzar la excelencia cinematográfica con una austera economía de medios. Y eso es exactamente lo que consigue con Magical Girl: la excelencia. Una dirección y una historia que forman un conjunto compacto y directo que tiene la fuerza de un golpe violento con la sutileza de un puzzle complejo.

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Este año hay varias películas que tienen la entidad suficiente para haber compartido candidatura con las nominadas; 10.000 kmStella Cadente, encabezan esta lista de posibles con una lista de méritos más que demostrada. Pero si hay una película que esta edición de los Goya ha sido, no sólo olvidada, sino ninguneada, esa es Hermosa juventud. La película de Jaime Rosales se ha tenido que conformar con una nominación a su actriz protagonista, un reconocimiento que sabe a poco después de haber convencido a gran parte de la crítica tras su paso por Cannes. La, digamos, “escasa” visibilidad en su distribución y exhibición ha castigado la que posiblemente sea la película más accesible de Jaime Rosales. Por eso era tan importante un reconocimiento en los Goya, para darle una segunda oportunidad ante el público a una película que es imprescindible tanto por su valor cinematográfico como por su impacto social. Por eso… y porque estamos sin ningún género de dudas ante una de las mejores películas españolas de los últimos años.

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