El sentido del tiempo (L’esma del temps)

Poder y ciudadanía

Se habla a diario en televisión de otra forma de gobernar, de cambio y regeneración política, lo dicen tanto unos como otros que las expresiones en las que a muchos nos gustaría creer corren el riesgo de perder el sentido. Por ello quizá la principal virtud de esta modesta película, que no llega a la hora de duración, sea la de adentrarse en un caso concreto de democracia participativa en la gestión local, para además de ofrecer una cura de humildad a la clase política, adelantarse a observar las consecuencias de una realidad democrática más compleja como a la que nuestra sociedad se enfrenta.

El sentido del tiempo (L’esma del temps, 2015) realiza un seguimiento a lo largo de tres años de la asamblea vecinal CAF, que gobernaba desde 2003 en el pequeño municipio barcelonés de Figaró-Montmany, de apenas mil habitantes, logrando en 2011 una mayoría absoluta que lejos de facilitar su gestión, multiplicaría los retos de su modelo participativo. Desde ese preciso instante, Alexandra Garcia-Vilà, Marta González y Marta Saleta documentan los procesos y la realidad detrás de la utopía, las luchas y los sacrificios de un equipo de gobierno que por su coherente empeño en darle el poder al ciudadano, acabarán generando una división interna de la asamblea, cuestionando sus propios procedimientos. Al fin y al cabo, la gran contradicción que se plantea es si este sistema tan ejemplar e innovador de involucrar a los vecinos, incluso vemos a niños discutiendo sobre que podría ser lo mejor para su pueblo, acabaría siendo contraproducente para aplicar las medidas sociales y políticas que más se necesitaban en plena crisis.

EL SENTIDO DEL TIEMPO (L'ESMA DEL TEMPS)

Frente a los letreros con nombres ilustres (y no tan ilustres) que presiden cada edificio municipal o del estado a lo largo y ancho de España, los de Figaró-Montmany remiten a los ciudadanos, a las decisiones frutos de su consenso. “Fuente recuperada por la ciudadanía” o “Propuesta participativa” aparecen en lugar de rimbombantes nombres propios, imágenes que nos suenan a ciencia ficción y que demuestran a su paso que otro sistema de gobierno ha sido posible. Y quizá también lo más estimulante del documental, que pese a todo lo positivo que encontramos en el proceso, su postura no pretende hacernos saber si para mejor. El estilo observacional y la escasa intromisión de las directoras nos permiten adentrarnos como intrusos en la trastienda del municipio, poniendo de relieve la dificultad en la toma de decisiones incluso a pequeña escala. Por lo que junto a la ilusión también aparecen la frustración y el descreimiento, la falta de implicación y la sensación de que el pueblo finalmente prefiere abandonar esa gestión ciudadana y entregar la responsabilidad al poder, todo un aprendizaje para el que no se estaba preparado.

A escasos días de unas elecciones locales en toda España, el domingo estaremos más atentos que de costumbre a los resultados en una alcaldía catalana donde las decisiones han sido más del pueblo que nunca. Y este vuelve a tener la palabra.

Sesión DOCMA el jueves 21 de mayo en Cineteca Madrid a las 20:30.

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