A Girl Walks Home Alone at Night [Atlántida Film Fest 2015]

La rebelión femenina

Con un solo un vistazo a su uso expresionista del blanco y negro, A girl walks home alone at night (Ana Lily Amirpour, 2014) supone una vuelta de tuerca cool y alternativa, completamente autoconsciente, al cine de autor. Se trata de la ampliación del cortometraje homónimo de 2011 de su directora Ana Lily Amirpour, lo cual queda en evidencia en una línea argumental mínima, que se antoja demasiado escasa para una película de más de hora y media; sin embargo, pronto vamos a descubrir que esta historia de seres marginales (entre ellos, una joven vampira) es tan solo una excusa para realizar un cuidadísimo ejercicio de estilo, no exento de romanticismo clásico.

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Amirpour es británica, residente en Estados Unidos y de ascendencia iraní. No es de extrañar que su ópera prima tenga referencias de lo más variadas, desde el homenaje al western desde una óptica personal a la manera de Tarantino, hasta la banda sonora, llena de sonidos de rock indie tanto anglosajón como farsi, unido a una estética marcadamente videoclipera (el momento en el que suena Death de White Lies es el mayor exponente de ello). Las canciones hacen que la historia avance y que los personajes se relacionen más que el propio guión. Una sofisticación de la narración que recuerda a Solo los amantes sobreviven (2013) de Jim Jarmusch, cineasta con el que se compara constantemente el filme en su retrato melancólico pero distante de la soledad de los personajes.

La película tiene un halo atemporal, propio de la inmortalidad del vampiro, que aquí de nuevo se muestra hastiado de su condición. Pero Amirpour rompe con la tradición eminentemente masculina en relación a estas criaturas, que tiene en Drácula de Bram Stoker su principal exponente; nos introduce a una protagonista (interpretada de manera fascinante por Sheila Vand) a la que su poder, como ocurría en Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008), Somos la noche (Dennis Gansel, 2010) o Byzantium (Neil Jordan, 2012), le otorga la libertad para obtener la independencia de la que antes carecía. No debemos olvidar que, si bien la historia se ambienta en una ciudad sin ley inventada, ésta se encuentra situada en Irán. La chica de la que habla el título lleva un velo, símbolo musulmán de decoro, y sin embargo, lejos de la sumisión, decide introducirse en un mundo de sexo, drogas y prostitución para tomarse la justicia por su mano.

Bien es cierto que, aunque Amirpour sabe crear momentos de tensión ambiental, en general la película tiende a la indefinición; y también que hay personajes prescindibles, que en ocasiones aparecen para actuar como meros catalizadores, o ni siquiera eso. Pero su voluntad artística y su enfoque subversivo hacen que, a pesar de las irregularidades, el visionado de A girl walks home alone at night sea una experiencia hipnótica.

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