Ruined Heart [Atlántida Film Fest 2015]

Quintaesencia de la posmodernidad

El filipino Khavn de la Cruz es el prototipo de la posmodernidad. En su personalidad se unen un carácter rutilantemente polifacético (poeta, compositor, pianista, actor y director) y una actitud rabiosamente prolífica (32 largos y más de 100 cortos en 20 años de carrera). El leitmotiv que parece mover su filmografía es el de la reescritura, en una obsesión constante por revisar una y otra vez, no solo la obra de otros, si no la suya propia. Sus films se dibujan como eternos palimpsestos que vuelven una y otra vez sobre sus obsesiones.

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En ese sentido Ruined Heart es una película paradigmática. En primer lugar, porque se trata de una revisión del cortometraje homónimo del propio Khavn, que ya presentó en la Berlinale de 2012. Y en segundo lugar, porque la película solo es entendible desde sus referentes. Desde el primer segundo es muy fácil rastrear la actitud y la estética punk del Fincher de sus primeros trabajos, la imagen casi abstracta de Winding Refn, la descomposición narrativa de Nolan o incluso la actitud rebelde de los primeros Truffaut o Godard. Pero por encima de todos ellos, lo que realmente domina los escasos 70 minutos de la película es la búsqueda constante del lirismo de su admirado Wong Kar Wai. De él no solo toma prestado el aliento, si no a su director de fotografía de cabecera, Christopher Doyle. De esta manera, la película se impregna de esos colores saturados y estética callejera que nos retrotraen a películas como Chungking Express o Happy Together.

Y lo que realmente hace de Ruined Heart una obra significativa es que Khavn sabe hacer suyas todas esas referencias, mezclándolas y produciendo un producto totalmente único. Construyendo un film que se dibuja como un puzzle musical y estético en el que la trama es solo un pequeño esbozo al fondo (como los propios títulos de crédito anuncian al principio, no deja de ser otra historia de amor entre un criminal y una prostituta) y en el que los diálogos son meros recursos ambientales. Lo que al principio puede parecer una obra opaca y críptica, según avanzan sus minutos se va abriendo con un torrente de imágenes que multiplican los formatos y las perspectivas y que poco a poco se va impregnando de una poesía que consigue que a través de ese río de imágenes y sonidos se llegue a alcanzar una cierta sensación de trance que no te abandona fácilmente.

Puedes ver Ruined Heart hasta el 9 de julio en el siguiente enlace.

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