Alejandro Díaz Castaño: “Hay que hacer que los premios sean algo útil para una película”

Alejandro Díaz Castaño

Crítico de cine surgido en la primera y fecunda generación de las publicaciones cinematográficas españolas en internet, formando parte de Miradas de Cine, Tren de Sombras, Lumière o Contrapicado, Alejandro Díaz Castaño cruzó al otro lado del espejo cuando entró como programador al Festival de Gijón bajo la dirección de José Luis Cienfuegos, a quien acompañaría al frente del Festival de Cine Europeo de Sevilla, ya como director de programación. Por lo tanto, a él también debemos atribuirle buena parte de la culpa de que el SEFF se haya consolidado en tan poco tiempo como un evento de referencia en España no solo del cine de autor europeo, sino también como sólido defensor de las resistencias y nuevas olas del cine español más estimulante (ArraianosLa jungla interior o Pozoamargo figuran entre sus premiadas), que pese a todo permanece minoritario. Por ello resulta injusto resumir en un titular una entrevista realizada en plena celebración del SEFF, que partía de la curiosidad por el trabajo del programador de un festival de estas características, una función más compleja de lo que parece, normalmente ingrata o invisible para el espectador, que con el objetivo de analizar con detalle la programación terminó revelando lo esencial, que ante todo las películas son las protagonistas.

¿Por dónde se empieza a programar un festival como el de Sevilla?

Bueno, normalmente es una mezcla de dos cosas. Por un lado están las películas que llegan al festival, cerca de mil títulos este año, que evidentemente se van viendo poco a poco, a medida que van llegando. Y luego por otro lado está el research que nosotros hacemos en festivales, sobre todo Berlín, Cannes y Venecia, que son a los que acudimos presencialmente. Aunque luego hay otros festivales que son muy de referencia para el tema de documentales como Marsella, Visions du reel, Cinema du reel, Rotterdam, de los que tenemos informes.

En Locarno, además de un informe, pedimos screeners de la mayoría de las películas. Tengo la impresión de que el festival está creciendo, pero Locarno es un festival al que es muy caro ir, nosotros trabajamos con dinero público e intentamos ahorrar siempre en lo posible. Así que este año a base de pedir enlaces hemos acabado viendo más películas que si José Luis hubiese ido como fue hace un par de años. También hacemos un barrido de Karlovy Vary y vemos un montón de películas de Europa del Este de las que al final siempre nos falta tener algún título más. Gracias a los links todo se ha acelerado muchísimo, evidentemente no es lo mismo que ir a un festival porque te falta la reacción del público, pero es una forma de estar al corriente un poco de todo.

En ese sentido, ¿tenéis la programación cerrada meses atrás o conforme se acerca el festival se van añadiendo películas y produciendo cambios?

Las retrospectivas suelen decidirse antes para trabajar con más tiempo, aunque no siempre porque a veces surgen cosas sobre la marcha, a medida que se conocen las fechas de estreno de las películas. Hay un asunto que a nosotros nos llama mucho la atención, y que creo que es algo en lo que a veces no se para uno a reflexionar, y es que hay películas que aparecen como de golpe, sobre todo en Cannes. Es decir, no se sabe demasiado incluso de su rodaje y de repente tenemos una película nueva de alguien que no teníamos controlado, que no sabíamos ni que la estaba haciendo y que no ha pasado por ningún mercado. Festivales como Cannes o Berlín las mantienen un poco fuera de los mercados de financiación, van por otros caminos.

Por ejemplo, hablando del ciclo de Tscherkassky, realmente ya sabíamos que estaba terminando su última película, aunque con Peter nunca se sabe. Cuando vimos que The Exquisite Corpus estaba en Cannes e íbamos a poder ponerla este año, la idea inicial era montar una sesión con sus películas, pero han acabado siendo dos porque él prefiere que no sean demasiado largas, que no pasen de los sesenta y algo minutos por el tema de la saturación que puede producir. De todas maneras, es una película difícil de encajar con otras del festival. Así que la idea era primero montar una sesión, luego pasó a dos sesiones, luego vino la masterclass, porque evidentemente es interesantísimo saber como están hechas estas películas; y al final acaba convirtiéndose en uno de los ciclos del festival.

En otros casos se programa externamente. Esto ha ocurrido en los últimos años como en el ciclo de Birgit Hein, con un comisariado de Gonzalo de Pedro y Miguel Labayen. Por otro lado, lo de Vecchiali por ejemplo ya lo tuvimos bastante claro desde el principio, porque habíamos visto sus últimas películas y no habían entrado.

Por ejemplo, Nuit blanches sur la jetée la pasada edición.

Sí, no entró. Y podía haber entrado, las películas se quedan a las puertas por múltiples razones en realidad, no porque no tengan calidad, que esto es una cosa que siempre le explicamos a la gente y que puede ser difícil de entender. Hay muchas películas que nos gustan y que simplemente no tienen un hueco, porque no se puede programar todo lo que llega o porque también tienes la idea de que se puede hacer otra cosa con la película. Las dos ultimas más C’est l’amour, que apareció después como Sección oficial fuera de concurso, porque cuando se hace la retrospectiva se dejan fuera de concurso, decidimos no ponerlas pero sí montar un ciclo alrededor.

Luego fuimos viendo más películas suyas y realmente decidimos que podíamos homenajearle porque es un director que está un poco olvidado de hecho yo he hablado con programadores amigos a los que tengo un grandísimo respeto y que llevan muchos años programando y que tienen una gran formación teórica y no había visto ninguna película suya. Yo hasta hace poco, un año y medio digamos, tampoco había visto ninguna película suya. Al final es una satisfacción por un lado tener que escribirle para contárselo, pero es que al día siguiente además le tienes ahí, en la portada del especial de Caimán, y le tienes aquí en Sevilla. Esos momentos paradójicos que tiene a veces la programación.

Alejandro Díaz Castaño

Tras cuatro años ya en Sevilla con una línea clara a seguir, se puede intuir qué clase de película van al SEFF antes de anunciarse, pero también da la sensación de que vais provocando cambios para que el resultado no sea tan previsible.

Una de las claves, y además José Luis es una de las cosas en las que insiste más, es que no le gusta repetir fórmulas, ni repetir a cineastas incluso de un año para otro. Evidentemente, salvo cuando hay películas que nos encantan y son cineastas que tienen que estar. Pero sí nos gusta romper siempre con lo predecible, incluso que haya películas que podrían esperarse en otro festival. Por ejemplo, The Lobster es una película que todo el mundo hacía en Sitges y que al final está en el Festival de Sevilla, no todo el mundo se lo esperaba. O por ejemplo la peli de Garrone [El cuento de los cuentos], que va también en esa línea. Hay una serie de nombres que la gente ya espera que van a venir, para nosotros es importante también que aquellos que siguen este tipo de línea de programación lo encuentren, pero luego también buscamos sorprender con algo, no quedarnos atascados en la fórmula, aunque sean fórmulas que funcionan.

Durante los últimos años ha habido muchas películas de gente caminando por los bosques, por la naturaleza. “Gente caminando” es como una especie de género dentro del cine de autor. Y realmente nos ha llegado alguna este año que no hemos puesto. No nos importa que sean así, pero necesitamos que le den une vuelta. No puedo ya con los planos largos de un personaje del que no sabemos nada, que va caminando por un bosque, en el que prácticamente no hay acciones. Quizá no vemos que también hay formulas dentro del cine de autor, todo se puede convertir en fórmula y se vuelven demasiado obvias, demasiado como las demás. Intentamos buscar otra cosa.

Hay una película en Resistencias, Amor Tóxico, que posiblemente sea bastante peliaguda, no es lo que el público espera de Resistencias, puede generar cierto rechazo a lo mejor, divide a la gente. Es muy convencional en su realización, de plano-contraplano, pero tiene otro tipo de transgresiones, de riesgos. Y eso que está rodada como una comedia normal, no tiene florituras a nivel formal. Procuramos que haya la mayor variedad dentro de cada sección, intentar evitar lo que ya nos suena a visto, aunque haya cosas que evidentemente se repiten.

Lo que más me interesa cuando acudo a un festival, además  de ver los títulos importantes del año que te llevan allí, es ir descubriendo a diario que en la programación se ha hecho un camino a seguir, una ruta que logra de alguna manera que la experiencia de una película esté vinculada a otra. Me ha sucedido en esta edición sobre todo con el ciclo de Weimar oculto, que resonaba en The Childhood of a Leader y en los documentales Una juventud alemana y De Caligari a Hitler, este último además de Rudiger Suchsland, que ha programado el ciclo de Weimar.

Hay veces que evidentemente nosotros mismos vemos la relación que tienen unas películas con otras, cómo se va tejiendo esa especie de ramificaciones, y que no son tampoco un camino ordenado. Nosotros dentro de lo que cabe intentamos que se creen uniones de conceptos entre varias películas. Esto se va haciendo en la medida de lo posible, porque por otro lado dependemos de muchos factores, hay películas que no podemos programar en las secciones competitivas porque ya se han estrenado en España y a lo mejor también nos encajarían, pero necesitamos que sea la premiere nacional y tenemos que prescindir de esos títulos. Aunque algunos puedes recuperarlos, como la película de Periot, que yo creo que es de las mejores del año y estuvimos apunto de tenerla aquí, pero al final San Sebastian la estrenó. Es un festival de clase A, evidentemente más atrayente, pero la recuperamos fuera de competición.

Lo que dices es muy curioso respecto a The Childhood of a Leader y el ciclo de Weimar, Rüdiger Suchsland es un grandísimo fan de ella. Es una película que vimos en Venecia y ambos coincidimos en que era una película buenísima y la teníamos que poner. Además, hemos publicado en la web unas pequeñas rutas, pequeños mapas dentro del festival por los que guiarse, y nuestra idea es que la gente pueda encontrar esa especie de resonancias entre películas y pueda construirse un camino dentro de las múltiples opciones que ofrece el festival.

Siguiendo por estas relaciones, creo que no habíais programado antes a Philippe Garrel en Sevilla. Lo que coincide con que la película de inauguración la firma su hijo Louis Garrel, siendo la primera vez que no inauguráis con una película española. ¿Inaugurar con Louis Garrel os obligaba en cierto modo a traer también a Philippe? ¿O fue al revés?

Realmente fue algo independiente, a veces se producen este tipo de cosas. De repente tienes a Louis Garrel con una película que nos sorprendió gratamente y por la que de inmediato nos interesamos. Evidentemente, la de Philippe era también una película clave y ambas encajaban bien con la programación del festival. Con Philippe Garrel se intentó contactar, pero es realmente complicado, está ocupado en hacer cine. Es gente que está por encima del bien y el mal y ya no les interesan estas cosas, por lo que tampoco insistimos demasiado.

Estábamos buscando qué película sería la inaugural dentro de las que teníamos confirmadas cuando se confirmó que Louis Garrel podía venir.  Nos pareció bien cambiar un poco la dinámica. Además, así teníamos a Louis Garrel y a Vincent Macaigne aquí. Louis mantiene un vinculo entre el cine moderno y los nuevos cineastas del cine francés como Peretjatko, Virgil Vernier, etc… cuyas películas hemos programado; y luego evidentemente con su familia, padre, abuelo, etc. Además de ser conocido por su faceta como actor. Si a todo esto sumamos que la película es una comedia y que ha funcionado bastante bien a nivel de critica, pues nos apeteció empezar por ahí. Al día siguiente tuvimos la gala especial de El tiempo de los monstruos, que también podría haber sido la inaugural, pero nos gustó el darle un poco la vuelta.

Hablemos de Las Mil y una Noches, gran atractivo del festival y una de las películas más esperadas del año. Está dividida en en tres partes y programada en días consecutivos, pero no hay una sesión para ver las tres juntas, aunque forman un todo.

Estuvimos en contacto con la productora O Som e a Fúria, con la que tenemos muy buena relación porque hemos programado desde el último largo de Oliveira hasta la película de João Nicolau. Me parece que hacen un trabajo increíble. Son admirables porque no tienen muchos recursos y sin embargo hacen películas de una creatividad, con una explosión de ideas que me hacen sentir envidia con respecto al cine español. Un cine español que evidentemente también tiene sus valores, pero aquí echo en falta que se pueda hacer una película así con la crisis.

Nos basamos en la idea de no programarlas todas seguidas porque Miguel Gomes, el director, también comentaba que le gustaba que la gente pudiese ver cosas entre medias. Es decir, él considera que es una sola película, pero le gusta que se pueda ver igual que una miniserie, por eso en Cannes también se hizo así.

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En cambio en Cineuropa se ven seguidas.

Nosotros también pensamos en ponerlas seguidas, pero bueno, al final hablando con él decidimos dejarlo así, más salteadas dentro de la programación. Y los tres días coinciden con los días que viene él a presentarla. Luego está el tema del jurado, que antes del festival me preguntaban “¿y esto como lo valoramos?”. Les hemos dado libertad, se puede premiar una de las tres o se puede premiar como conjunto en cualquier categoría. Pero claro, la segunda parte la han presentado sola a los Oscar, lo que también reivindica la autonomía de las películas. Hemos hecho bromas, por ejemplo puede ganar mejor actor por la primera, mejor director por la tercera, mejor película la segunda (risas). Este tipo de combinaciones nos haría mucha gracia, aunque no sé si sería bueno. [Nota: En su conjunto, Las mil y una noches ganó el Giraldillo de Plata del Festival de Cine Europeo de Sevilla]

Seguro que habría críticas, porque al final el palmarés, como insistís en comentar José Luis y tú en varias entrevistas, acaba siendo por lo que más se juzga un festival, aunque albergue muchas otras cosas.

Claro, a nosotros evidentemente nos preocupa qué películas van a ganar porque siempre hay películas que consideramos, viendo lo que gana en otros festivales, que no son buenas ganadoras. Bien porque son demasiado pequeñitas para un festival grande, e igual no es bueno incluso para la peli, o para el festival porque no es significativa en la línea que siguen. Es el peligro que uno corre con cualquier jurado, pero al final hay que entender que son un grupo de personas y las combinaciones son casi infinitas.

Pudimos saber en Filmadrid que Cienfuegos convenció al resto del jurado para no premiar Cavalo Dinheiro y darle vida a otra película. Al final ganó Belluscone, que está aquí en Sevilla además.

A José Luis le parecía que, aunque considerara que Cavalo Dinheiro era la mejor película de todo el festival, para un festival así era mejor poder tener una ganadora distinta, no alguien tan absolutamente consagrado como Pedro Costa. Y Belluscone ha tenido otro recorrido, de momento ha venido aquí y esperamos que pueda seguir circulando por España gracias a ese premio de Filmadrid, un festival que lo está haciendo súper bien con unos medios muy limitados. Yo también he estado en jurados y no he premiado a la mejor película de todas, he premiado a una a lo mejor más pequeñita, de gente que puede necesitar más el premio. Aunque en realidad todo el mundo necesita los premios, no nos movemos en cines de grandes producciones. Hay que hacer que los premios sean algo útil para una película que realmente lo merezca, aunque no sea rotundamente la mejor.

Alejandro Díaz Castaño

El cine español encuentra en Resistencias un espacio que marca la diferencia, en el que habéis apostado por directores que en otros festivales no se programarían por su carácter más radical o marginal en el panorama.

Las de Resistencias normalmente son películas de las que no tenemos conocimiento previo, con rodajes muy pequeños como La extranjera, que realizó Miguel Ángel Blanca en solitario. Tenemos una red de amigos programadores y nos hacemos recomendaciones, pero luego hay una serie de creadores que son francotiradores. Este año por ejemplo está Luis Aller (leer entrevista), que es profesor y lleva veinte años trabajando en su película. El suyo es un caso realmente excepcional, en principio no tiene relación con el resto, pero tiene que estar ahí enriqueciendo la sección. O Ramón Lluis Bande, un cineasta que lleva muchos años y nos parece que ya tiene un corpus muy solido, que con el tiempo ha encajado perfectamente con esas generaciones con una voz propia bastante fuerte. De Eloy Domínguez Serén también hemos seguido la trayectoria…

Sorprende que este año las películas españolas de Las Nuevas Olas también participen en Resistencias, ¿a qué se debe?

Cada año es un mundo, se tomó la decisión de que Berserker, Dead Slow Ahead y Pozoamargo estuviesen tanto en la sección de Resistencias como en Las Nuevas Olas. El año pasado eran diez películas en Resistencias, este año la cosecha quizá ha sido un poco más escasa en cuanto a películas que hemos decidido seleccionar, aunque evidentemente se nos han quedado fuera algunas muy interesantes. También influye la amplitud de otras secciones, las retrospectivas este año han sido mucho más anchas que en otras ediciones y nosotros tenemos unos límites que nos marca el propio ayuntamiento para el que trabajamos y por temas administrativos no se puede pasar de X películas. Cuando llegamos a ese límite decidimos cerrar la sección en siete. Una solución para llegar a diez, un número mucho más rotundo, más bonito para una sección, fue incluir las películas que ya estaban en Las Nuevas Olas. Las tres encajan perfectamente en ambas y les das una oportunidad para que las vea el jurado FIPRESCI, que luego también escribe sobre ellas, lo que da a la sección ese plus por el prestigio del jurado y la oportunidad de salir en medios internacionales.

Pese a que el trabajo de los programadores habitualmente no se reconozca ni tenga mucha visibilidad, aunque este año hayas tenido tu momento de gloria con el spot del festival, sois los que acabáis dando a conocer o redescubrir a determinados cineastas dentro del panorama.

Los protagonistas tienen que ser siempre las películas, es lo que puse en el decálogo que escribí (publicado en el Dossier de crítica y festivales del ACCEC). Incluí una frase que leí a Mark Peranson, que me atreví a poner aunque no encontré la cita, pero yo juraría que era suya; en la que critica a los programadores que hablan de películas como si ellos hubiesen descubierto un planeta. Las películas existen antes de ellos. Evidentemente, todos tenemos un momento en el que descubrimos una película de la que no sabíamos nada, pero para mí la satisfacción está en estrenarla en España, en Sevilla, tener aquí al director, la satisfacción máxima es eso, no tanto intentar llamar la atención sobre mí. En eso entra un poco la personalidad de cada uno.

Hay una película que se presentó en San Sebastián, Le Nouveau, que ganó en la sección Nuev@s Directores y de la que yo salí entusiasmadísimo en Cannes. La vimos en el pase de mercado donde no había ningún programador y hablé con José Luis para pedirla, la invitamos pero más adelante la vio San Sebastián y allí fue. Cuando nos dijeron que se iba a poner en San Sebastián pensé: “Me la han quitado”. Utilizamos ese tipo de frases, pero no nos la habían quitado. Primero porque no es de nadie, pero es que además tampoco nos la habían confirmado.

Y si lo piensas bien, es estupendo que vaya a un festival así. De hecho, le ha ido muy bien. Ahora circulará y puede que incluso la compren para distribución [Nota: Karma Films estrenó en cines El novato el pasado ocho de abril]. Al final hay que alegrarse por ella. Yo siempre he reaccionado bien a este tipo de cosas, incluso cuando películas que ya te habían confirmado al final se van a otros festivales. Evidentemente si está justificado no podemos tener una mala reacción, cuando es un festival grande es completamente comprensible. Aprendes a aceptarlo, igual que la gente debe hacerlo cuando le decimos que no vamos a coger su película. Hay gente que reacciona un poco mal, pero reaccionar bien es mucho mejor. Si yo les mando un mail incendiario a los responsables lo único que gano es un enfrentamiento, cuando en el fondo están buscando lo mejor para la película. Y si no cogemos tu película y te enfadas no vas a conseguir nada, no vamos a cambiar de opinión y además dejas una mala imagen.

Alejandro Díaz Castaño

Fotografías: I. Bascón
Entrevista realizada en noviembre de 2015, Sevilla.

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