Filmadrid 2016: Vanguardias

vanguardias

El ruido de fondo

Con el afán de abarcar el cine contemporáneo en toda su extensión, tratando de hacer pie tanto en salas comerciales como en la Filmoteca o diversos espacios museísticos, Filmadrid divide sus secciones a concurso en dos programas bien diferenciados; una competición internacional en la que confluyen el cine de autor y el documental, donde ofrecen una mirada más personal de lo habitual sobre el panorama; y una competición de vanguardias en la que aglutinan las apuestas más radicales bajo el paraguas del experimental. Que en su selección compartieran techo obras proyectadas en celuloide, digital e incluso en 3D, así como cortometrajes y largometrajes, define la diversidad y la riqueza del programa, con el que aspiran alcanzar el cine experimental más heterodoxo, sin olvidar su tradición ni técnicas fundamentales a la hora de ponerlo en práctica.

vivir para vivir

Vivir para vivir (Laida Lertxundi, 2015)

¿Qué une a Le Moulin, ensayo de casi tres horas de duración sobre la literatura surrealista en el Taiwan de los años 30, con Cinéma concret de Takashi Makino, ensordecedora exploración audiovisual que transgrede los límites de una proyección convencional? ¿Y al radical estudio del cuerpo que emprende Philippe Grandrieux en Meurtrière con el paisajismo fantasmal de Lois Patiño en Noite Sem Distancia? El ruido de fondo, el de los proyectores en 16mm, pero también el de una tradición de cine experimental cuyos distintos programas expandían, tendiendo puentes entre disciplinas y cineastas opuestos entre sí como dando voz a cada vez más creadores españoles.

El caso de Albert Alcoz y Espectro cromático (2016) puede ser paradigmático de un método de trabajo ligado al fotoquímico, el del ensayo y error sobre una paisaje al que impregna de distinto color en cada ocasión. Por su parte, una cineasta admirada en cada vez más círculos como Laida Lertxundi entregó una obra personal y emocionante llamada Vivir para vivir (2015), que ensambla como si se tratara de un personal catálogo todas las posibilidades del experimental: lo pasaijístico frente al contraste cromático, lo inmaterial de un movimiento de cámara contro la palpable de su propio cardiograma. Con el celuloide como forma de vida, entrega una obra desnuda y emocionante que obtuvo una mención especial del Jurado. El gran premio fue a parar a Remembering the Pentagons (Azadeh Navai, 2015), apasionante ejercicio de gran musicalidad que recorre una serie de frisos y murales árabes desde un evocador enfoque en contrapicado, el de la cineasta que asombrada rememora su infancia. Filmado en 16mm y montado con un ritmo que pone en relieve cada imagen, poemas persas terminan de transmitirle un magnetismo atemporal, merecedor de figurar en el palmarés.

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