#18 SEPTIEMBRE
El estreno de La espuma de los días, adaptación de la célebre novela de Boris Vian, resulta (y resalta) el material idóneo para que Michel Gondry de rienda suelta a toda su imaginación, convirtiendo el cine en un espectáculo de magia tal y como lo entendían Georges Méliès y Segundo de Chomón
Álex De la Iglesia dirige su nueva y excesiva película, Las brujas de Zugarramurdi, una comedia de terror ambientada en Madrid y Navarra y para la que recupera a su guionista habitual Jorge Guerricaechevarría
Tras el abultado éxito de Primos, Daniel Sánchez Arévalo vuelve con La gran familia española, un filme más complejo y compacto, que también funciona como síntesis perfecta de un estilo personalísimo y ya a estas alturas tremendamente depurado
Arraianos es una obra fronteriza desde su misma propuesta, situada en un pueblo gallego junto a la frontera de España y Portugal, como consecuentemente desde la puesta en escena, entre el documental y la ficción, que nos propone adentrarnos en una fascinante fantasía rural
El principal problema de Jobs (2013) es que no sabe crear un artefacto con la multitud de aristas que tiene el personaje real. La figura de Steve Jobs, lo que representa, abruma; por eso, el enfoque de la película varía entre la admiración y la puntualización de sus defectos
Un proyecto de cine clásico llevado a cabo por los responsables del Festival de Cine de Málaga
El argumento de Tú eres el siguiente puede parecer el de cualquier película de terror, pero en el manejo y la (re)lectura de las claves del slasher se encuentra no sólo un film genuino, repleto de sorpresas conforme avanza, sino también el probable paradigma de una valiente puesta al día del género
Tras su debut con Shotgun stories (2007) y su conquista de la crítica con Take Shelter (2011), Jeff Nichols alcanza con Mud (2012) cotas de excelencia poco habituales en directores tan jóvenes; no sólo por su estilo narrativo o su visión de América, sino por su capacidad de aunar referencias y revisitar obras maestras como las de Mark Twain saliendo vencedor.
Existe una corriente en el cine americano que se alimenta de sus propios espacios para generar imágenes e imprimir leyendas, seguir contando historias que surgen de sus parajes naturales y de los habitantes que los pueblan. Con sólo tres películas, Jeff Nichols ha demostrado ser de momento uno de estos directores
Nos adentramos en The Act of Killing recorriendo su historia y los posos en la memoria que deja, analizando el artefacto cinematográfico que nos presentan y ahondando en la figura de Anwar Kongo para descubrir que debates éticos y morales ofrece la película. De esta manera, nos acercamos al film danés de Joshua Oppenheimer a través de tres perspectivas, tres piezas separadas que nos ayudarán a reconstruir un mejor mapa crítico.
El contexto político e histórico que rodea a la estimulante The act of killing es fundamental para entender la dimensión del documental. El acercamiento a la película no ha de ser sólo en términos cinematográficos y morales, también históricos. Estamos ante una oportunidad única para volver a poner de actualidad uno de los genocidios más numerosos del siglo XX. En 1965, [&hellip
En The Act of Killing conviven diversos géneros –cine negro, bélico o musical- y una fascinación por el séptimo arte de la que el propio director se siente partícipe, transmitiendo una sensación de incomodidad y llevando a plantearnos los motivos de nuestro asombro y terror por sus imágenes, incluso por las que son mera representación
Comentaba en una entrevista Joshua Oppenheimer, director de la película, que al cambiar el enfoque de la misma –el plan original era contarla a través de los ojos de los supervivientes– se vio obligado a tratar directamente, y darles voz, a los perpetradores de los atroces crímenes que se recrean para la pantalla
Iniciamos un especial temático sobre la filmografía de Woody Allen, cada mes un dossier específico y un video de presentación. Arrancamos, como no podía ser de otra manera, con sus primeros pasos (y resbalones con cáscaras gigantes de plátano) tras las cámaras mediante la comedia absurda
En verano, durante dos horas al día, la siesta era obligatoria. Dos horas cada día. Dos horas que nunca iban a volver, que desaparecían para siempre. Para siempre. En 1973, Miles Monroe, a través de los ojos de Woody Allen, se durmió contra su voluntad