Woody Allen (Nueva York, 1935) es de todo menos un cineasta convencional. Actor, cómico, guionista, director e incluso músico, el neoyorquino ha hecho de su reconocido y reconocible estilo tras las cámaras toda una referencia para la comedia. Sus comienzos en el stand-up comedy, la televisión y el teatro estaban presentes en sus primeras comedias como Bananas o La última noche de Boris Grushenko, próximas al humor absurdo. Su madurez dirigiendo llegó con la ciudad de Nueva York como telón de fondo, que ha sido una constante en sus mejores obras, como las premiadas Annie Hall (1977) o Manhattan (1979).

Inspirado fuertemente por los grandes autores europeos, el cine como foco de influencia siempre ha estado presente en su obra, especialmente el del cineasta sueco Ingmar Bergman, refrendado en películas alejadas a su estilo habitual del calado de Interiores (1978). Si en la actualidad se le considera un genio de la comedia no es sólo por su maestría o inteligencia, que también, sino por la profundidad de su filmografía y su infatigable ritmo productivo Desde 1982 hasta la actualidad ha dirigido una película todos los años. Si la cosa funciona…                                        _

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